En la mitología griega, las Dríades (en griego antiguo Δρυάδες druádes, de δρῦς drũs, ‘roble’) son las ninfas de los robles en particular y de los árboles en general.
Surgieron de un árbol llamado «Árbol de las Hespérides». Algunas de ellas iban al Jardín de las Hespérides para proteger las manzanas de oro que en él había. Las dríades no son inmortales, pero pueden vivir mucho tiempo. Entre las más conocidas se encuentra notablemente Eurídice, la mujer de Orfeo y Dafne que fue perseguida por Apolo y los dioses la convirtieron en árbol de laurel.
La tradición tardía distingue entre Dríades y Hamadríades, considerándose las segundas asociadas específicamente a un árbol, mientras las primeras erraban libremente por los bosques.
En los bosques disimuladas entre las flores, debajo de un trebol de cuatro hojas, detras de un arbol, las hadas vigilan nuestra permanencia en la naturaleza, nos observan...
Entre los helechos, debajo de los hongos o detras de una pequeña roca, nos escuchan...
Tal vez si caminas lentamente... o te detienes en medio del bosque, casi puedas sentir su presencia, o mejor aún, tal vez puedas ver alguna, aunque es muy dificil. Yo las he visto...
Tambien las he sentido sin dudas, me miraban desde muy cerca, la mayoría de las veces he encontrado sus rastros, pequeñas huellas confusas que se perdían entre arbustos, alguna corona hecha de flores secas al costado de un sendero, restos de alas, o parte de sus vestidos enganchados en las espinas de las ramas de frutos dulces del bosque.
Otras veces he olido sus perfumes de tierra mojada o flores silvestres, y sus aromas se impregnaron en mi para siempre, imposibles de olvidar.
Algunas veces dormido, las he soñado, me han besado y dejado su sabor... abrí los ojos y desperté enamorado.